Puede parecer algo sencillo, pero lo cierto es que pocas personas dedican el tiempo necesario para establecer sus metas. Al contrario, una situación común es la de encomendarse a un objetivo no lo suficientemente apasionante como para terminarlo.
Identificar lo que queremos lograr implica evitar estas decisiones desinteresadas. Para ello, debemos abstenernos de intentar algo sólo porque otra persona lo hizo también, por ejemplo. Nuestras metas deben salir directamente de nuestros anhelos más genuinos.
De esta forma, garantizaremos que nuestro entusiasmo sea suficiente para dedicarnos de lleno a la misión. No encontraremos ni excusas ni contratiempos demasiado severos porque nuestra determinación siempre será más grande.
Consejo extra: piensa en tu meta como en tu destino final, pero también piensa que es muy fácil perder el camino. Lo más recomendable será escribirla y colocarla en un sitio donde siempre la visualices. Esto te servirá de guía y te ayudará en los momentos difíciles.
Una vez hayas identificado qué es lo que deseas hacer, debes conocer cuál es el detrás de ese punto de meta. A algunos rotarios les motivan otras personas; a otros, la idea de contribuir a una mejora comunitaria; mientras que otros buscan la autorrealización.
Sea cuál sea tu propósito, el primer paso es reconocer la importancia de tener uno. Porque si el proceso para alcanzar tus metas es una carrera: la persistencia será el motor, el objetivo el destino, y tu propósito, el combustible.
Así mismo, cerciórate que tu propósito, también llamado tu “por qué”, no sea una motivación superficial o pasajera. Ten presente que el esfuerzo que dediques dependerá en gran medida de la importancia que les des. Asegúrate que el impulso no se pierda en el camino.
Te invitamos a aprender a
identificar las necesidades de una comunidad.
Ahora bien, claro que es posible salir triunfal de una misión sin tener preparado un plan. Sin embargo, esta probabilidad es tan aleatoria como decir que “tuvimos suerte”. En tareas de menos trascendencia quizá pudiéramos permitírnoslo, pero ese no siempre es el caso.
De inicio, si ya has pensado en tu meta y propósito, lo más recomendable es que generes un plan de acción. De hecho, es probable que tú misma o tú mismo atribuyas ese nivel de importancia por tu cuenta: seguramente no querrás errar en algo tan importante para ti.
Así pues,
idea paso por paso qué es lo que necesitas hacer para llegar satisfacer tu objetivo. Piensa si necesitas capacitarte en ciertas áreas antes de comenzar. Numera cada etapa del proceso y ve tachando de tu lista todo lo que vayas consiguiendo.
Consejo extra: Así como te preocuparás de anotar los logros, también anota los errores. Ningún plan de acción sale perfecto a la primera. Asegúrate de registrar esos contratiempos y tenerlos presentes para futuras ocasiones.
No cabe duda de que la persistencia está compuesta, en buena parte, por hábitos rigurosos derivados de la autodisciplina. Porque a veces no importa qué tan talentosa o capaz sea una persona en un área; si no sabe auto-disciplinarse nunca llegará a ningún sitio.
Para convertirte en una persona disciplinada que finalice todo lo que se proponga, lo más importante es la costumbre. Ésta, al apoyarse en la puntualidad, es la encargada de convertir acciones inciertas en hábitos del día a día.
Dicho así, puedes empezar con las cosas más pequeñas y triviales. Por ejemplo, establecer horarios para ciertos hábitos como el ejercicio o la meditación. Proponte cumplir puntualmente con ellos hasta que seas capaz de concretar acciones más trascendentales.
¿Antes has necesitado de un taller o curso porque no te sentiste capaz de llevar el aprendizaje por tu cuenta? No te preocupes, esta es una situación de lo más común. Las personas, siendo seres sociales, solemos necesitar de otras para motivarnos.
Esto se debe a diversos factores. Primeramente, es el hecho de contar con una persona que nos recuerde la importancia de nuestra tarea. A la par en que nos provee de otras perspectivas y nos ayuda a no sentirnos solos en nuestro camino.
Rodearnos de personas con intereses similares a los nuestros, trátese de amigos, familia o camaradas; siempre nos resultará muy útil. Estas personas
nos contagiarán del entusiasmo que las dificultades suelen arrebatarnos, mientras nos ayudan a seguir adelante.
La persistencia es un componente fundamental para cumplir cualquiera de nuestros objetivos, por más difíciles o inalcanzables que parezcan. En este caso, sólo la conciencia de nuestra propia disposición podrá ayudarnos a desarrollar dicha cualidad.
Tal conciencia nos permitirá identificar nuestras metas y propósitos más genuinos, sea con la comunidad o con nosotros mismos. Así mismo, nos será útil para elaborar planes, estrategias y equipos de trabajo con los que podremos avanzar más eficientemente.
¿Qué opinas? ¿Te consideras capaz de seguir estos consejos al pie de la letra? No esperes más tiempo y anímate a convertirte en un rotario que inspire a través del cumplimiento de objetivos.
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la necesidad de obtener reconocimiento.