Informalidad laboral: otro síntoma del COVID-19 en la economía.
La informalidad laboral amenaza a nuestra economía y a millones de personas que perdieron su empleo con la crisis provocada por la pandemia. Por ello, debemos reinventarnos y motivar a este gran sector para que sea parte de la economía formal, a través de estímulos y mejores condiciones de trabajo.

Informalidad en el sector laboral.
Sería lamentable que nuestra economía se incline por la informalidad y lo que ello implica: bajos salarios, poca estabilidad laboral, escasa cobertura de seguridad social y falta de protección a los derechos laborales.
La informalidad es lo peor que podemos hacer por nosotros mismos, sobre todo en este panorama económico nada prometedor.
México es uno de los 10 países con más informalidad en el mundo, lo cual, ofusca nuestro potencial y los recursos naturales con los cuales contamos.
Siendo los efectos principales de este fenómeno el estancamiento económico para los ciudadanos, y la escasa recaudación de impuestos para las obras e infraestructura que necesita el Estado.
Explotación de la informalidad.
La Organización Internacional del Trabajo, ha señalado que el principal desafío del sector laboral en la actualidad, es el combate a la informalidad.
Y es que, la crisis del COVID-19, provocó que varios micronegocios se dieran de baja ante el Seguro Social y del Servicio de Administración Tributaria (SAT), al no contar con los medios para cumplir con sus contribuciones.
Lo anterior dejará una cicatriz difícil de sanar, pues muchos trabajadores que emigran a la economía informal, por necesidad de un ingreso, estarán más expuestos a los riesgos de seguridad y salud en el trabajo.
La nueva normalidad.
Gracias a los avances tecnológicos, ni siquiera la pandemia y su confinamiento lograron detener a nuestra generación.
Seamos la chispa que encienda la nueva normalidad. Nos hemos reinventado bajo presión para progresar sosteniblemente y habrá muchos retos que superar, por los estragos que causó el coronavirus.
En esta normalidad, debemos cuidarnos para prevenir contagios de COVID-19, mientras impulsamos la economía para que problemas como la pobreza y la desigualdad se evaporen con el desarrollo.
Esta época será histórica, marcará un antes y después para nuestras relaciones comerciales, cada vez más innovadoras y eficientes.
La nueva normalidad nos ofrece muchas oportunidades, mismas que debemos impulsar sin perder de vista que, para lograrlo, debemos reducir la desigualdad social que existe para acceder a los servicios de tecnología.
Oportunidades.
Así como la pandemia trajo consigo retos y dificultades, también nos regaló oportunidades.
Hoy nos damos cuenta que la tecnología es la principal herramienta para los empresarios: tanto para subsistir, como para expandirse.
Tenemos la valiosa oportunidad de reducir costos, crear nuevos empleos, ampliar nuestro campo de clientes, entre otras que van de la mano con las sugerencias de la Organización Internacional del Trabajo.
Recuperación de empleos.
Si bien es cierto que millones de personas perdieron sus empleos, derivado de la pandemia, también lo es que estamos frente a un escenario que permite replantear el sistema laboral.
El gobierno, el sector privado y los sindicatos, tienen la oportunidad de recuperar estos empleos perdidos con la reestructura que ofrezca trabajos más dignos.
El apoyo del gobierno será indispensable, para que, a través de estrategias fiscales, se beneficien a los negocios que entren al plano de la economía formal.
Lo anterior puede ser a través de estímulos económicos, reducción en ciertos impuestos y brindando un sistema de salud de calidad para los trabajadores.
Cerrar brechas digitales.
Uno de los logros más importantes del siglo, se lo debemos a la pandemia:
la
economía digital demostró ser el futuro, ayudándonos en nuestro presente.
Y es que el uso de herramientas tecnológicas para impulsar la economía, se instaló en todos los niveles, promoviendo accesibilidad y un desarrollo sostenible.
Por ello, debemos asegurar que este impacto tecnológico continúe una vez terminada la pandemia. Pues es un avance muy valioso que nos brinda desde beneficios ecológicos, hasta económicos.
Gracias a las tecnologías de la información y comunicación, podemos tener más rapidez comercial y mejores oportunidades de accesibilidad financiera.
Generar políticas de teletrabajo.
Es común notar que a la mayoría nos resulta incómodo trabajar desde casa: estamos acostumbrados a pasar casi todo el día en oficinas, cubículos, aulas, e incluso, existe desconfianza a este nuevo modelo.
Pero las matemáticas son frías, sus resultados no se pueden distorsionar, ¿y adivina qué?, ahorras más dinero y tiempo a través del teletrabajo, incluso, puedes tener más cercanía con tu familia.
Claro que habrá otros retos que superar: psicológicos, técnicos, etc. Pero el teletrabajo representa la oportunidad de empleos más dignos y sostenibles.
Por esta razón, es importante que en México se elaboren las políticas de teletrabajo que motiven a las empresas a permanecer con este modelo para muchos de sus empleados.
Esta pandemia ha dejado mucho de qué hablar; nos cambió la vida por completo y no lo notamos, tal vez porque ya nos dirigíamos a esta realidad tecnológica.
No obstante, debemos recordar que, estas oportunidades que deja la pandemia, serán posibles a través de una economía formal. De lo contrario, estaremos en constante inflación y crisis.
En México, nos cuesta trabajo confiar en las autoridades que administran los impuestos, además de que, debido a la corrupción y la desigualdad, nos han hecho ver más fácil el camino de la informalidad.
Sin embargo, debemos buscar que la formalidad represente una oportunidad para mejorar nuestra calidad de vida, exigir mejores servicios de salud, acceso a créditos y la adecuada implementación de recursos públicos.
Nuestro trabajo es de calidad y por ello vale la pena formalizarlo.
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