La tuberculosis ha sido la enfermedad contagiosa que más muertes ha causado en la historia de la humanidad, habiendo matado a más de mil millones de personas. Si bien su origen no ha sido bien determinado, se sabe que afecta a distintos seres vivos, incluido el ganado.
Se estima que, en la actualidad, un tercio de la población mundial está infectada por la tuberculosis de forma latente, lo que significa que está presente pero que está siendo controlada por nuestro sistema inmunológico, lo que hace que estas personas no tengan ningún síntoma y que no contagien a otras personas. Esta bacteria se reactiva en un pequeño número de personas, lo que hace que estas sufran fiebre, sudoración, pérdida de peso, fatiga, tos y hemoptisis (tos con sangre).
Un total de 10,4 millones de personas padecieron de esta enfermedad en el año 2015, y se estima que 1,8 millones de muertes estuvieron relacionadas con la tuberculosis en ese año. Si bien parece una cifra sumamente alta, lo cierto es que la tasa de mortalidad de esta enfermedad ha disminuido drásticamente con relación a lo que fue en el siglo XX.
Si bien la disposición de tratamientos, vacunas y medidas sanitarias han colaborado a la reducción de la mortalidad por la tuberculosis, fue la aparición del antibiótico lo que ha convertido a esta enfermedad en un mal tratable. De lo contrario, el 70% de las personas no sobrevivirían a su infección.
Ante la adaptación del humano a los antibióticos, se continúa trabajando para prevenir y curar la tuberculosis, dado que la cantidad de infectados sigue siendo inmensa.